martes, 19 de junio de 2012

Una anécdota...

Hace unas semanas mi marido, el peque y yo salimos a comer fuera a un restaurante Italiano. Nos acomodamos en nuestra mesa e hicimos sitio para el carrito del bebé. Mientras aún estábamos esperando a que nos sirvieran la comida, otra pareja con un bebé llegó al restaurante y los colocaron justo al lado de nuestra mesa. El bebé era un poco mayor y no dejaba de mirar hacia nuestra mesa así que le pregunté a la mamá cuantos meses tenía. Me dijo que tenía 9 meses (Mi bebé acababa de cumplir 7) cuando trajeron la comida sacamos un bol con trocitos de pepino que habíamos traído para el bebé. Cuando nos ve comer, él también quiere hacer sus experimentos con la comida, así que se lo dimos y empezó a comérselo. Es muy gracioso porque coge el trozo de pepino (cortado transversalmente) y se lo va comiendo como si fuese una mazorca de maíz. Lo coge con las dos manos y se va comiendo las pepitas de la parte de adentro y ¡le encanta!.
En fin que entonces empezó la escena que me hizo reafirmar las ventajas de que el bebé coma solo. La otra pareja también sacó un bol con puré de verduras que traían para su bebé. Le pidieron al camarero que lo calentase. Colocaron al bebé en la trona y empezó la guerra. El niño no quería que le diesen el puré, empezó a llorar, a escupirlo, a mover la cabeza para que no le metiesen la cuchara, lo puso todo perdido de puré, y la pobre madre... no pudo ni comer, ni el bebé tampoco!!!. Fue una situación muy estresante para ambos.

Había un grupo de personas mirando la escena desde otra mesa y se quedaban embobados comparando a ambos niños, estaban haciendo comentarios de lo bien que estaba comiendo nuestro bebé... y ¡solito! disfrutando de cada trocito que se llevaba a la boca.
La comida fue tranquila, disfrutamos cada uno de nuestro plato sin molestias. Esa fue la anécdota que nos hizo ver definitivamente que a la hora de salir fuera, es menos estresante para todos que el bebé coma solito

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